
-¿Cómo te encuentras?- hablaba deprisa. – Me has dado un susto tremendo. Lo siento. Perdóname.- Me abrazó, entonces de nuevo aquel aroma dulce.
-¿Cuánto tiempo he estado K.O?- dije con un susurro ahogado.
-No ha sido más de diez minutos pero se me han hecho eternos-. En ese momento apareció por la puerta un chico joven con el uniforme de emergencias.
-Veo que ya te has recobrado. ¿Cómo te encuentras?-
-Mejor. Gracias.- Se acercó y me tendió una barrita de chocolate.
-Toma, esto te ayudará. Antes de marcharte recuerda firmar los papeles del parte-. Y salió de la sala.
A solas con ella, otra vez, rodeado por sus brazos y envuelto entre su cuerpo. Pensaba para mis adentros. Seguía con el corazón a cien. Pocas veces había estado en situaciones como esa, creo que sólo en el dentista. Ridículo, pensar en esas cosas en este momento. Cuánto humor.
-¿Te parecería salir de aquí y dar un paseo?- Mi voz seguía siendo un susurro.
Su expresión era puro asombro y sabia en lo que había pensado, pero estaba equivocada. Tenía otra cosa en mente. Tal vez funcionase, tal vez no.
- Pensaba en ir caminando, no se tú pero yo he tenido coche suficiente hasta la salida del sol-. Su rostro recobró aquella primera sonrisa.
-Bueno, vale. ¿Estas en condiciones de caminar?- me soltó poco a poco, y me ayudó a incorporarme de nuevo.

Cuando volvimos a contemplar el cielo ya existían atisbos de claridad en el horizonte. Cuan rápido había pasado el tiempo. Retornamos de nuevo al circuito, también cogidos de la mano. Necesitábamos dormir antes de partir de nuevo, por suerte habían pensado en ello y habían preparado varias casetas con literas para aquellos que deseasen dormir y no quisiesen hacerlo en el coche. Cuando llegamos, parecían estar todas ocupadas. A punto de marcharnos, vimos como una quedaba vacía. Comunicación no verbal, una mirada fue suficiente. Nos tendimos en la cama. Me abrazó y cerró los ojos susurrándome un buenos días al oído. La besé saboreando sus labios por última vez y ambos lo sabíamos. Disfrutamos, y alargamos aquel beso. Después nos sumimos en el subconsciente.

“Gracias por esta noche tan especial. Ha sido maravillosa Bss Elisa. ”
Guardé la nota en el parasol y puse rumbo a casa, donde me esperaban mi familia y dos meses de largo verano. Pero nada de lo que me pudiese deparar igualaría a esta noche.