poemas de amor Crazzy Writer's notebook: The Girl [Reto al anochecer, part 1]

7/10/12

The Girl [Reto al anochecer, part 1]

Antecedentes: Tres años atras en Madrid.

[Mediados de julio, 2011]
 
Acababa de llegar al circuito de Ciudad Real. Ciertamente, no había podido rechazar la oportunidad de acudir a un evento de esa magnitud, donde las sorpresas se limitaban a saber quién ganaba o perdía. Oficialmente no he estado en este lugar (sino haciendo las maletas para venir mañana por la mañana). El ambiente era de lo más similar a una concentración de coches a las que he asistido en unas cuantas ocasiones, algunas como participante y otras como un aficionado más. Pero la gracia de aquel evento residía en que se correría a lo largo de toda la noche, solo interrumpido por una pequeña exhibición de motos y de coches. Según el programa que colgaron en la red, el evento tendría varios sub-eventos. Calentamiento, tandas de vueltas rápidas, mangas de derrapes, exhibiciones y un par de carreras… Ciertamente yo no traía intenciones de correr, porque el Citroën Saxo que pilotaba andaba un poco escaso después del viaje. Aunque bueno… tentaciones tenía de alquilarme uno de los coches del circuito pero creo que evitaré las tentaciones.
Estaba encajado en el bracket con la mirada en el horizonte, con la mente a kilómetros de distancia concentrada en los golpes de bajo de la música propia, cuando una suave voz me atrajo de nuevo al escenario de la competición. Cuando volví la mirada a la fuente de aquella voz, topé con unos ojos de color violeta que me contemplaban con cierta curiosidad.
-¿Puedo preguntarte cuantos caballos tiene tu Saxo?- me mostró una gran sonrisa.
-Si, puedes hacerlo. Pero… ¿con que fin?- Me encogí de hombros pero sin perder de vista aquellos ojos tan atractivos, aunque sabía que podía tomárselo a mal, pero…

-Curiosidad- me susurro y volvió a mostrar una inocente sonrisa.
-Tiene ciento treinta y cinco-. También la susurre la respuesta como si fuera un  secreto. -¿Cuántas veces, si no es indiscreción, te han dicho esta noche que tienes unos ojos increíblemente bellos?- coroné la pregunta imitando su sonrisa inocente.
Se pasó la mano por su larga melena oscura, pero sin apartar la mirada de la mía, tenía la sensación de estar siendo absorbido por ella. Un torrente de adrenalina me inundó. El corazón latía fuerte, y creo que las palpitaciones se podían percibir a pesar de la penumbra que nos rodeaba.
-Eres el primero- Respondió finalmente rompiendo esos segundos de silencio.
-Lástima…- La música que sonaba de fondo se cortó momentáneamente y en su lugar apareció la voz metálica pidiendo a los corredores que tomasen posiciones de nuevo para comenzar la competición de vuelta rápida. Maldije la inoportunidad. –¿Puedo preguntar tu nombre?-. Ella miró en rededor, como buscando algo, y tras cerciorarse se aproximó hacia mi lentamente.
-Si quieres saberlo tendrás que adelantarme primero- Depositó un tímido beso en mis labios y corrió hacia un coche de los que estaba aparcado. Lo rodeo, y montó por la puerta del copiloto.
El coche partió hacia la parrilla y quedó grabado en mi memoria. Un Nissan 240xs, blanco. Un segundo aviso de la voz metálica me sacó de aquel pequeño trance y puse rumbo a la salida. A tres coches de distancia el coche blanco que buscaba. Con el corazón desbocado por la descarga de adrenalina y la emoción de momento recién vivido, estaba dispuesto a todo por saber su nombre. “¿Qué probabilidad…? No. ¿Cuántas…? No. Pero… ¿Qué pregunta estaba buscando?”; “¡Tonto!”. Salto la insulsa voz de la razón.
 
-Ah, no. Esto es un reto en toda norma, y el premio… -. Me autocontesté. Cambie el Cd y dejé que aquella música prohibida me embriagara. Mi sonrisa picara lucia entre los compases. Sin percatarme, había empezado a acelerar en vacío. El motor estaba en cuatro mil revoluciones por minuto atronando por los escapes racing. La señal luminosa se encendió dándome la salida. Partí al circuito dejando el chirriar de la goma contra el asfalto y un gutural rugido a mi tras.

Finalizado el tiempo de la afrenta, volví al lugar donde estuve aparcado la primera vez. Con la música apagada me percate de un sonido de burbujeo procedente del motor. Levante el capó que delataba la alta temperatura del motor para que el aire de la noche ayudara a refrigerarlo. Estaba en mi propio silencio simulado. El reloj no marcaba más de las dos y pico de la mañana y parecía estar siendo una noche mágica, siempre y cuando estuvieses en el sitio indicado. Además ahora pensándolo un poco en frio, se me acercaron algunos interrogantes sobre aquella chica misteriosa de nombre desconocido y ojos tan encantadores y hermosos, ¿Por qué no?

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