poemas de amor Crazzy Writer's notebook: 1/4/13

27/4/13

El embrujo [II]

Un sudor frio manaba de mi cuerpo. Tenía muchísimo calor. El dolor se extendía desde mi pecho como una hiedra. Era insoportable pero no me entrenaron para quejarme. Debía dar con algún lugar seguro. Las piernas me fallaron y ambos caímos al suelo. Era una locura seguir por los caminos en estas condiciones. Mire en rededor. No muy lejos había un pequeño cúmulo de cavernas y parecían seguras. Traté de erguirme, me llevo varios intentos pero terminamos por llegar a nuestro refugio improvisado. Entonces caí rendido ante el desgaste producido por los esfuerzos. Las fuerzas manaban a la vez que lo hacia la sangre que me llenaba. Mientras un pesado cansancio adormecía mi maltrecho cuerpo, trataba de reunir toda la información que era capaz de recordar a cerca de aquellos seres.
{ Según las leyendas de algunos lugares los Lugzans son seres que se alimentan de las almas, rompiendo el equilibrio que ambas partes mantienen. Y no conformes con eso, después corrompen los cuerpos de sus victimas, más propensos al pecado, de formas inimaginables. Su infinita belleza atrae a todo aquello que se les antoja, son de naturaleza caprichosa y no entienden de especies o razas. Resistirse a sus divinos poderes es objeto de que te deseen más y por tanto mayor es su empeño. }
Unos ruidos trataban de sacarme de aquel sopor inevitable. Me forcé a abrir los ojos. La luz procedente de una pequeña hoguera me cegó casi por completo. Una sombra muy borrosa me sacudía levemente. Hablaba pero no lograba entender aquello que decía. Sentí como poco a poco me iba desprendiendo de la pequeña armadura que me protegía. Cuando logró quitar la parte encargada de cubrir mi pecho, un grito ahogado de horror salió de sus labios. Aquel zarpazo se había infectado y la gangrena se extendía rápidamente, de eso era consciente. No me quedaba mucho de vida, claro que con una Lugzan a mi lado mi muerte era cuestión de tiempo.
Cada vez más débil. Deliraba en mis pensamientos, fruto del dolor. Tenía la sensación de estar sobre brasas pero mi cuerpo era estremecido por fortísimos espasmos de frio en un vano intento de mantener el calor. Entonces aquella sombra me examinó de nuevo. Sus manos eran suaves pero estaban heladas, aunque no podría asegurarlo, palpó cerca de aquella laceración que recorría mi pecho en diagonal arrancándome un aullido de dolor. Entonces tras una meditación profunda, no sin dejar de mirar mi denigrante estado, se fue aproximando lentamente a mi rostro. Traté de retroceder alejándome de su rostro, pero sus manos detuvieron el poco movimiento del que gozaba. Nuestros labios se unieron, no podía dejar de contemplar su mirada. Aquellos ojos verdes, un verde esmeralda, intenso. Sentí como algo dentro de mí se revolvía con violencia. Mi alma. Pero aquella lucha era inútil. Perdí la consciencia completamente. Todo quedo sumido en un negro profundo y solido. Suerte para mí porque lo peor aun quedaba por llegar. La incertidumbre de todas aquellas cosas que podría hacer con mi cuerpo agonizante.  

 
El embrujo parte 1

24/4/13

The Girl [Fugaz, part 12]

Caminaba esquivando a la gente mientras mantenía la mirada fija en él. Su paso era demasiado rápido y me iba sacando distancia con cada paso que daba. Estaba saliendo del recinto, a punto de pasar por los arcos de seguridad, cuando yo todavía estaba cruzando el patio interior. Una parte de mi estaba enfadada conmigo misma, la otra desconcertada. Tanto tiempo pensando en él y cuando te habla cometes semejante patinazo, pensaba. Mis pasos eran cortos y rápidos. Cuando salí a la calle vi con horror como un coche partía velozmente. Su conductor hundió el pedal del acelerador logrando pasar el semáforo poco antes de la luz roja, desapareciendo tras la esquina de un edifico. Mi corazón se detuvo en aquel mismo instante. Los ojos se inundaron dejando escapar una pequeña lágrima.
 


Reanude mi paso en dirección a la parada de autobús. Ahora mismo no tenia ganas de nada y menos de salir. Todo aquello se esfumó como la vahada oscura del escape de aquel vehículo fugado. Ahora mismo era un conglomerado de sentimientos confrontados, quería llorar, reír, gritar, correr, hundirme en la negrura de aquel mundo a parte de mis recuerdos. Un sonido ronco y pesado pasó a mi lado destrozándome los oídos y los pensamientos. El autobús acababa de pasar a mi lado. Comencé a correr, aún estaba algo lejos de la parada y necesitaba llegar a casa cuanto antes. El conductor debió de verme por el retrovisor porque mantuvo las puertas abiertas hasta que logré alcanzarlo.
Mi respiración estaba entrecortada, no podía cubrir mi propia demanda de aire, el conductor me miró con una pequeña sonrisa. Desde luego la carrera fue intensa. Después de varios intentos logré picar mi tarjeta. Comencé a caminar tambaleante por el habitáculo, buscando un sitio apartado donde poder aislarme. No había dado tres pasos cuando me fijé en una sombra rojiza reflejada en el cristal. Estaba cabizbajo, con la mirada concentrada en un punto del suelo. Me acerqué a él con curiosidad. Muchas preguntas se me estrellaron de repente.
-{Ese chico… había estado jugando conmigo a ese juego de mesa.}- pensé – {Se parece tanto a él. ¿Cómo lo llamó la chica esa? No lo recuerdo. Pero Lidia dijo que era el que había tratado de hablarme antes de…}-.
-…era una posibilidad muy alta. Te has arriesgado mucho, era obvio que después de tanto tiempo tuviese novio. Debiste buscarla… tenias medios y conocimientos… pero por qué…- Murmuraba para sí concentrado en ese punto del suelo del bus.
-¿Arturo?- Pregunté aproximándome a él. Tenía la sensación de que fuese él pero no estaba segura. El chico cortó su monologo y levantó ligeramente la mirada. –Lo siento…-. Las palabras se me atrancaron en la garganta.
-No pasa nada, Elisa, era algo inevitable-. Su mirada seguía perdida.
-…esperándote… tanto tiempo…-. Estábamos frente a frente. -…tenía tantas ganas de verte.- Entonces levantó la mirada.
El bus frenó bruscamente. La inercia completó el recorrido restante hasta encontrarme con el tacto suave de sus labios. Aquellos dos monólogos inconexos dejaron de tener sentido. Fuimos engullidos por el silencio y la sorpresa. Eran tal y como los recordaba de aquel último beso antes de dormir aquella noche tan lejana. Entonces sentí como sus brazos envolvían mi espalda lentamente. Nos miramos en silencio un rato.
-En qué parada te bajas, Arturo- Continuaba abrazándome, como temiendo que me esfumase como el humo.
-En fuente dorada, ¿Tú a dónde vas?- su expresión irradiaba curiosidad.
-Yo me iba para la estación de buses para llegar a casa-. Su parada se aproximaba y no podía perderlo de nuevo.
-¿Eres de algún pueblo?-. Miró por la ventanilla para cerciorarse de dónde se encontraba.
-Vivo en Medina del campo.- Algo me decía que aquella pregunta no era tan inocente como aparentaba.
El autobús fue reduciendo la velocidad hasta detenerse en fuente dorada. Se acabó, ese fue el fin de nuestro fortuito encuentro.
-Está bien saberlo. Me despido, espero poder verte pronto. Elisa-. Me abrazó con fuerza y dejó un beso demasiado corto en mis labios antes de bajarse.

-Pero… pero…- tantas preguntas y un tiempo tan escaso. Pensé rápidamente en la pregunta que más información podría darme en el menor tiempo posible. -¿Te veré mañana?- dije antes de que las puertas se cerrasen de nuevo. Entonces vi como negaba con la cabeza. Y el matiz de su mirada corroboraba aquella afirmación. Pero antes de que el bus se volviese a poner en marcha puede reconocer aquella sonrisa traviesa con la que tantas veces había soñado.

:: Parte 13 ::

8/4/13

The girl [Empate, part 11]


La final pronto daría comienzo, solo faltaba uno de los competidores pero no tardaría en llegar. Todos los demás ya nos habíamos acomodado en nuestras respectivas sillas y ya teníamos en nuestro poder las fichas del juego. La chica que controlaría el juego miraba su reloj y a los alrededores en busca de aquel quinto jugador. El tiempo de prorroga estaba a punto de llegar a su término cuando hizo su aparición.
-Disculpad pero no os encontraba- Miró a la juez que buscaba en la lista. –Soy el tercer clasificado-.
-Ah, ya te veo, en ese caso que proceda el juego, ¿sabéis jugar todos?- barrió la mesa con la mirada. Nadie respondió por lo que se retiró unos pasos y señalo para que empezásemos a jugar.
El pulso se me aceleró cuando lo vi de soslayo. Trataba de estar concentrada en la partida pero era incapaz. No podía dejar de mirarle a hurtadillas, y cuanto más le miraba más nerviosa me ponía. Su pelo rojizo recogido en una pequeña coleta. Se parecía a él pero no estaba segura, había pasado mucho tiempo y temía volver a equivocarme. La partida se fue desarrollando lentamente. Sus ojos quedaban protegidos por unas finas gafas metálicas pero aun así quedaba bajo su magnetismo. Cada uno fuimos desplegando nuestras estrategias de juego y a cuatro fichas de terminar la partida la puntuación suya y la mía distaban en dos puntos manteniéndome yo en cabeza. Ambos compartíamos una macro ciudad que todavía estaba sin cerrar. Pendientes de una pieza. Volteó su pieza lentamente.
-Lástima-. Todos miramos la pieza que sostenía en las manos, yo en mi interior respiré aliviada porque no era la pieza que necesitaba.
Yo volteé la mía. Los ojos se me iluminaron al ver la muralla que podía cerrar la ciudadela. La coloqué junto con una de las fichas marcando el territorio y otorgándome la mayoría de piezas sobre ella. Entonces por primera vez nuestras miradas se enlazaron. Sus ojos marrones y los míos morados por las lentillas. Sentí el corazón desbocarse dentro de mi pecho. Aquellos ojos recordaban a los de aquel chico sentado al otro lado de la puerta en el circuito de Ciudad Real. ¿Sería él? Su sonrisa se curvó lentamente. La controladora se había aproximado a la mesa. Contaba los puntos con ayuda de otro de los jugadores.
-Bueno… Elisa, has ganado con un total de 97 puntos, enhorabuena. Aunque por los pelos porque Arturo se queda con 93. Tú, Alfredo tienes 89 y Juana… tú te has quedado en la cola con 88-. Fuimos recogiendo las piezas mientras se llevaba la cuenta.
Al mirar la hora me di cuenta de que aquella partida se había alargado más de lo que pretendía. Me levante rápidamente despidiéndome de mis contrincantes y comencé a caminar en dirección a la salida pero al poco de comenzar a andar algo detuvo mi avance suavemente.
-Unos ojos como los tuyos no son fáciles de olvidar. Y más aún cuando te retan en una cálida noche de verano-. Dijo una voz a mi espalda. El contacto de una mano sobre la mía. El corazón palpitaba desvocado.

Me volteé, presa de mis emociones, lanzandome a sus brazos. Busqué el tacto suave de aquellos labios. Aquel sabor tan dulce. Pero algo falló. De nuevo mi fantasia quebró en mil pedazos. Esos no eran sus labios. Abrí los ojos de forma repentina.

Fran tenía los ojos abiertos como platos. Me miraba sorprendido, estaba en sock. Su mano aún estaba en contacto con mi muñeca.

-{Otra vez no}-. Pensé para mi misma. -{Lo habia escuchado, era su voz, estaba completamente convencida}-.

-Lo siento Fran, creí... que eras... otra persona... una ilusión-. Dije conteniendo las lágrimas de mi propia decepción.


Parte 12

7/4/13

The girl [Salida en grupo, part 10]

[Marzo, ciudad vallisoletana]
El autobús se marchaba veloz tras dejar en el recinto ferial a todos aquellos pasajeros que al igual que yo venían un año más al salón del comic. A medida que caminaba me concienciaba de la longitud de la cola que se extendía desde la taquilla. Había quedado allí con unos amigos pero no era capaz de localizarles entre aquel cúmulo de gente.
-¡Eli, estamos aquí!- una mano se alzaba a no mucha distancia de donde me encontraba. Y como no podía ser de otra manera, ellos me habían visto antes que yo a ellos.
-¿Preparada?- Fran, con aquella pregunta despertó sobre mi persona un sentimiento de desconfianza que resultaba bastante gracioso por mi expresión. Llevaba esperando este evento más de un mes y no disimulaba en absoluto las ganas.
-Claro que si. Yo, al contrario que otros, nací preparada-. Entonces una sonrisa tomó mi rostro dejando al descubierto dos brillantes colmillos.
-Vaya, parecen auténticos. A mi cuello no te acerques, o te llevas un estacazo- Lidia retrocedía con una media sonrisa.
-Pero si te encanta tenerme encima de ti-. Unos tentadores morritos terminaron aquella intervención con Linda entre mis brazos. Fran y Alex nos miraban, y por la forma en la que se cruzaron sus miradas ya habían encontrado la punta a esa frase. -Chicos, son tan simples-. 
Habíamos quedado antes para coger buena posición en la cola pero parecía que estaban dispuestos a hacernos esperar un rato más. Mientras aguardábamos pacientes, matamos el tiempo hablando sobre los planes que haríamos esa noche.. En la calzada algunos coches se detenían brevemente para descargar algún pasajero, por lo general padres o madres pero de pronto del fondo de la calle surgió un deportivo rojo que fue quedándose con varias miradas a su paso. Se detuvo a pocos metros de donde estábamos. No podía creerlo, un GT-86, hasta hoy sólo sabía de él por algunas revistas. Aquella fisonomía agresiva y el color satinado, era una maravilla pero más allá de lo excepcional del coche no presté mayor atención. Hasta que la puerta se abrió y de su interior escapó aquella melodía caótica y rápida. Pero antes de poder reaccionar el coche había emprendido la marcha dejando patente la vigorosidad del motor que ocultaba. Aquella melodía almacenada en mi memoria. Cuántas veces la habría escuchado vagamente en mis sueños contemplando su imagen.

-Eli. Reacciona cariño, es bonito pero no es para tanto-. Linda pasaba la mano tratando de cortar el hilo imaginario que nos había unido. –Aunque puestos a elegir… yo me quedaría con el conductor-. Aquella frase quedó coronada por una tímida risita.
-¡Oye! Que estoy aquí. Podías disimular un poco-. La voz de Alex contestó en una mezcla de falso enfado mientras se lanzaba hacia Lidia que trataba de zafarse.
-Hombre, qué iba a hacer yo con ese. A ti no te cambiaba por nada, bueno… tal vez por un conejo.- Entonces aquella risita se volvió una carcajada general. Aunque yo seguía con aquel recuerdo en mi mente.
-Ey, que ya se abre- La ronca voz de Fran puso orden en aquel pequeño alboroto. Y funcionó porque recuperamos la compostura, al menos en apariencia. –Menuda caza vampiros estas hecha, Lidia, si no te separas de ellos-. Su pequeña sonrisa escondía la mofa más pura.
Tras pasar los controles entramos en el recinto. Los ojos se me hicieron chiribitas al dar una vista panorámica. Sentí como el monedero se encogía en mi bota. Empezamos a pasear entre las casetas. Había bastante gente y eso que solo era primera hora, y todavía faltaban todos aquellos que habían ido al desfile. El tiempo volaba a nuestro alrededor y la diversión estaba allí donde mirásemos pero yo, en un segundo plano de mi mente, seguía escuchando aquellas canciones alocadas. No llegaba a identificar dónde la escuche por primera vez pero si con quién estaba. Dudaba de mis propios sentidos, temía que sucediese lo mismo que ocurrió en aquel antro londinense pero sin final feliz. Pero aquella música… la vaga descripción de Lidia… ¿estaría allí? ¿Sería él? Claro que dar con él en esa enorme nave sería como encontrar una aguja en un pajar, autentica casualidad. Pero inconscientemente lo buscaba entre la gente.
El desfile a lo largo de la ciudad había concluido a eso de las doce y muchos empezaban a entrar en el recinto. Y los disfraces de muchos de ellos eran impresionantes. Aunque los más llamativos de todos eran unos cosplay de Los Vengadores, estaban geniales. Fran y Alex se apuntaron al torneo de “Street fighter” pero no salieron muy bien parados, por poco pero cayeron en semifinales. En cuanto a Lidia y a mi, optamos por batirnos en un duelo de baile en el que resulté derrotada por absoluta descoordinación pero fue bastante divertido.
-Ha sido divertido pero sigo prefiriendo en el coche, Lidia-. Sentía que me faltaba aire. Pero Lidia se reía, tenía más práctica en ese terreno.
-Uhhh, no sabia que te iba eso. ¿Quién es el afortunado?- Su mirada picarona me dio a entender que aquella frase, que me sonó mal según la dije, había sido interpretada de la forma que más temía. – ¿Tal vez el misterioso conductor de aquel deportivo?-
-Me refería a competir, malpensada, aunque bueno si tu novio no fuese tan celosillo y se nos quisiese acoplar…- Ambas rompimos a reír pero lo cierto era que llevaba meses soñando de vez en vez con Arturo pero no era el tema. –Yo me refería a la canción, era rapidísima-.
-La verdad es que sí. La canción era un poco rápida, pero bueno-. Me tomó de la mano y fuimos a buscar a los chicos que seguían con el juego. Había que animarles un poco. 
Antes de comer estuvimos jugando a varios juegos de mesa y logré clasificarme para uno de ellos. Tras acabar aquella batalla decidimos que era una buena hora para comer y esperar a lo que aquella tarde nos tuviese reservados.

Parte 11

4/4/13

The Girl [Accidente, part 9]

Desperté sobresaltado. Sentía como algunas estelas caían por mi frente. Estaba atrapado por sus brazos. Una noche más. Ya se había convertido en una costumbre. Y no lo soportaba. Traté de zafarme de aquella jaula con el mayor de los sigilos, y a priori funciono. Camine en medio de aquella noche tratando de recordar aquello que me había sacado del sueño pero sin resultado. Las caricias del frio se hacían más perceptibles en aquellas partes ahogadas por el sudor. Al pasar por delante del reloj me fije que sus agujas oscuras marcaban aproximadamente las cuatro de la mañana. Recorrí los últimos metros antes de llegar al baño y me encerré en la ducha.
El caer del agua ardiente alivió un poco aquella sensación. El agua fluía llevándose consigo aquellos rastros pegajosos. Vaciaba mi mente de aquellas ideas que no eran necesarias en aquel momento. Una noche de verano. Coche extranjero de blanco satinado. Figurita demoniaca danzarina. Metro. Compañeras de piso. Chicas misteriosas. Sentimientos extraviados…
Salí de la ducha envuelto en una improvisada túnica. Me dirigí a la cocina y allí miré por la ventana al deshabitado paraje nocturno de la ciudad. Solo los haces de las farolas sobre el pavimento mojado. Y si te fijabas bien, podías distinguir las gotas de agua que cruzaban por los halos anaranjados.
De pronto, una estela intermitente atravesó la calle a una velocidad de vértigo. Solo se escuchaba el motor tras de sí. El Samur, nunca descansa pendiente veinticuatro horas de cualquier emergencia que pueda surgir. Desmayos. Accidentes domésticos. Atracos. Colisiones…
Entonces se encendió una luz. Recordé fugazmente el sueño. Una colisión, una fuerte colisión en medio de una recta. Tres coches en la noche, implicados en un choque por alcance. Un coche naranja perseguía veloz a un segundo, un compacto de color rojo metalizado. Quería cogerlo a toda costa. Pero el perseguidor no se percató del coche blanco al que su presa perseguía a su vez. El blanco y el rojo jugaban entre ellos. Las distancias eran mínimas, y al frenar de forma repentina el primero de todos… se produjo. Pillándome a mí en medio de los otros dos vehículos. El peor parado de todos.   
-Pequeñín, ¿estás bien?- Unos brazos volvieron a apresarme enlazándose por la cintura. Me atrajeron hacia su cuerpo que se aplasto con el mio. La voz mostraba preocupación en su tono.
-No, estoy bien Alicia- Mi voz era un susurro. Miraba su reflejo en el cristal. Aquel rostro delicado. Su melena despeinada. Y aquella calle vacía.
-Volvamos a la cama- Aquella frase quedo reforzada por un pequeño beso en el cuello. Entonces otro flas se apoderó de mi.
-Voy a prepararme un vaso de cola cao. ¿Te apetece uno?-. No quería regresar. Me alejé de la ventana y camine hacia la nevera.
-No, gracias. No tardes, ¿vale?- Sus manos deshicieron el nudo y partieron dejando una estela de caricias en su marcha. Escuche sus pasos alearse a la habitación.
Me vestí con lo primero que vi. Me daba igual el qué o el color, simplemente deseaba estar en la calle. Me llamaba. Tome el casco que estaba en el sillón y las llaves. Ansiaba la calle a cualquier precio. Salí a la terraza y me descolgué los dos pisos hasta llegar a la calle. De pequeño me dio por el parkour y cuando me castigaban solía salir de la misma forma. Y daba gracias por ello.
Caminé arrastrando la moto un par de manzanas y después me deslice bajo la lluvia lentamente. Concentrado en el ronco ronroneo de aquella bestia. Escuchaba mi voz una y otra vez repitiendo la misma frase.
-{Se ha terminado el cola cao y he ido a por un bote}-.


 Parte 10

1/4/13

The Girl [Recuerdos, part 8]


El sol ya había desaparecido cuando salía de la facultad. El último examen, al fin. Después de largos días encerrado entre los muros de aquel edificio se hacia agradable sentir el gélido tacto del aire sobre la cara. Una fina llovizna bañaba las calles y contra ella un paraguas hacia mas bien el efecto contrario al que estaba destinado. Caminaba a paso ligero hacia la parada de metro.
A medida que descendía por la escalinata se hacia más perceptible el calor que manaba de los motores de aquellos enormes gusanos subterráneos. Llevaba casi cuatro años viviendo en Madrid y sin embargo nunca dejaría de sorprenderme todo aquel entramado de túneles que se extendía como un mundo paralelo. Recorrí el estrecho andén lentamente siguiendo el ritmo que manaba tímidamente de mis cascos. Esperando, como tantos otros estudiantes. Un panel luminoso no muy alejado anunciaba que faltaban tres minutos para la llegada del próximo tren. Había tenido suerte.
En mi cabeza, las ideas se agolpaban en la linde de los pensamientos inconscientes, como todos aquellos estudiantes. A menudo durante los trayectos muchas veces dedicaba tiempo a pensar en esas asociaciones que mi torturada mente generaba. Y durante los últimos días, a parte de los exámenes, otras cosas rondaban mi cabeza pero tenían un denominador común. El mismo nombre: Alicia.
Un traqueteo metálico en la lejanía se aproximó con velocidad cortando mis pensamientos. El tren había efectuado la entrada en la estación, y a través de los cristales no era complicado deducir que tocaría ir de pies. Acoplado como buenamente me dejaron. Un silbato de sonido metálico advirtió del cierre de puertas y poco después abandonamos la estación con un suave zumbido. El chirriar de las ruedas y el esporádico “clacleo” de las soldaduras no hicieron mas que inducirme lentamente en el trance mientras miraba perdidamente un punto del angosto vagón.
Yo compartía piso con Alicia pero nos conocimos hace un par de años, por casualidad. Ciertamente no me sorprendió cuando me dijo que se pagaba los estudios trabajando como modelo. Ella era una chica de una belleza impresionante. Su pelo anaranjado contrastaba mucho con sus ojos grises azulados y su piel morena. Aquella combinación conseguía que cualquier chico cayese presa de sus encantos. Pero aquella mirada intensa ahora estaba apagada y triste. Y eso me preocupaba. Aunque lo que más miedo me daba era aquella actitud tan cariñosa con la que me trataba, y al sumar que dormía conmigo hacia saltar todas las alarmas. Surgían preguntas. Te abordaban, más bien. Por qué yo. ¿Sería por desesperación? Y otras paranoias semejantes.
Pensando, casi me pasé la parada pero tuve buenos reflejos y conseguí salir del vagón a tiempo. Caminando de nuevo regresé a la fría superficie. Todavía quedaba un pequeño trecho antes de llegar al portal. Caminaba solo, no había nadie más por la calle. Casi escuchaba el eco de las finas gotas en el suelo. Entonces lo vi. Blanco y afilado. Iluminado bajo la luz anaranjada de una farola alejada. Voló mi imaginación rauda por los recuerdos. La asociación fue inmediata.
Gracias por esta noche tan especial. Ha sido maravillosa Bss. Elisa
Boquiabierto me acerqué lentamente. ¿Sería verdad? Después de buscarla durante el verano. Pero entonces me fijé en la matrícula y no coincidía con aquel coche que estuve persiguiendo aquella noche. Pero aquel recuerdo no se desvaneció, sino que permaneció hasta que caí profundamente dormido aquella noche.