Un sudor frio manaba de mi cuerpo. Tenía muchísimo calor. El
dolor se extendía desde mi pecho como una hiedra. Era insoportable pero no me
entrenaron para quejarme. Debía dar con algún lugar seguro. Las piernas me
fallaron y ambos caímos al suelo. Era una locura seguir por los caminos en
estas condiciones. Mire en rededor. No muy lejos había un
pequeño cúmulo de cavernas y parecían seguras. Traté de erguirme, me llevo
varios intentos pero terminamos por llegar a nuestro refugio improvisado.
Entonces caí rendido ante el desgaste producido por los esfuerzos. Las fuerzas
manaban a la vez que lo hacia la sangre que me llenaba. Mientras un pesado
cansancio adormecía mi maltrecho cuerpo, trataba de reunir toda la información
que era capaz de recordar a cerca de aquellos seres.
{ Según las leyendas de algunos lugares los
Lugzans son seres que se alimentan de las almas, rompiendo el equilibrio que
ambas partes mantienen. Y no conformes con eso, después corrompen los cuerpos
de sus victimas, más propensos al pecado, de formas inimaginables. Su infinita
belleza atrae a todo aquello que se les antoja, son de naturaleza caprichosa y
no entienden de especies o razas. Resistirse a sus divinos poderes es objeto de
que te deseen más y por tanto mayor es su empeño. }
Unos ruidos trataban de sacarme de aquel
sopor inevitable. Me forcé a abrir los ojos. La luz procedente de una pequeña
hoguera me cegó casi por completo. Una sombra muy borrosa me sacudía levemente.
Hablaba pero no lograba entender aquello que decía. Sentí como poco a poco me
iba desprendiendo de la pequeña armadura que me protegía. Cuando logró quitar
la parte encargada de cubrir mi pecho, un grito ahogado de horror salió de sus
labios. Aquel zarpazo se había infectado y la gangrena se extendía rápidamente,
de eso era consciente. No me quedaba mucho de vida, claro que con una Lugzan a
mi lado mi muerte era cuestión de tiempo.
Cada vez más débil. Deliraba en mis
pensamientos, fruto del dolor. Tenía la sensación de estar sobre brasas pero mi
cuerpo era estremecido por fortísimos espasmos de frio en un vano intento de
mantener el calor. Entonces aquella sombra me examinó de nuevo. Sus manos eran
suaves pero estaban heladas, aunque no podría asegurarlo, palpó cerca de
aquella laceración que recorría mi pecho en diagonal arrancándome un aullido de
dolor. Entonces tras una meditación profunda, no sin dejar de mirar mi
denigrante estado, se fue aproximando lentamente a mi rostro. Traté de
retroceder alejándome de su rostro, pero sus manos detuvieron el poco
movimiento del que gozaba. Nuestros labios se unieron, no podía dejar de
contemplar su mirada. Aquellos ojos verdes, un verde esmeralda, intenso. Sentí
como algo dentro de mí se revolvía con violencia. Mi alma. Pero aquella lucha
era inútil. Perdí la consciencia completamente. Todo quedo sumido en un negro
profundo y solido. Suerte para mí porque lo peor aun quedaba por llegar. La
incertidumbre de todas aquellas cosas que podría hacer con mi cuerpo
agonizante.
Graaaaaaacias, al final me hiciste caso y continuaste con esta historia. No podría decir cual me gusta más... Mmmm...
ResponderEliminarbueno, creo que tengo anotado hasta un tercer episodio... asique... XD
ResponderEliminar