poemas de amor Crazzy Writer's notebook: The Girl [Accidente, part 9]

4/4/13

The Girl [Accidente, part 9]

Desperté sobresaltado. Sentía como algunas estelas caían por mi frente. Estaba atrapado por sus brazos. Una noche más. Ya se había convertido en una costumbre. Y no lo soportaba. Traté de zafarme de aquella jaula con el mayor de los sigilos, y a priori funciono. Camine en medio de aquella noche tratando de recordar aquello que me había sacado del sueño pero sin resultado. Las caricias del frio se hacían más perceptibles en aquellas partes ahogadas por el sudor. Al pasar por delante del reloj me fije que sus agujas oscuras marcaban aproximadamente las cuatro de la mañana. Recorrí los últimos metros antes de llegar al baño y me encerré en la ducha.
El caer del agua ardiente alivió un poco aquella sensación. El agua fluía llevándose consigo aquellos rastros pegajosos. Vaciaba mi mente de aquellas ideas que no eran necesarias en aquel momento. Una noche de verano. Coche extranjero de blanco satinado. Figurita demoniaca danzarina. Metro. Compañeras de piso. Chicas misteriosas. Sentimientos extraviados…
Salí de la ducha envuelto en una improvisada túnica. Me dirigí a la cocina y allí miré por la ventana al deshabitado paraje nocturno de la ciudad. Solo los haces de las farolas sobre el pavimento mojado. Y si te fijabas bien, podías distinguir las gotas de agua que cruzaban por los halos anaranjados.
De pronto, una estela intermitente atravesó la calle a una velocidad de vértigo. Solo se escuchaba el motor tras de sí. El Samur, nunca descansa pendiente veinticuatro horas de cualquier emergencia que pueda surgir. Desmayos. Accidentes domésticos. Atracos. Colisiones…
Entonces se encendió una luz. Recordé fugazmente el sueño. Una colisión, una fuerte colisión en medio de una recta. Tres coches en la noche, implicados en un choque por alcance. Un coche naranja perseguía veloz a un segundo, un compacto de color rojo metalizado. Quería cogerlo a toda costa. Pero el perseguidor no se percató del coche blanco al que su presa perseguía a su vez. El blanco y el rojo jugaban entre ellos. Las distancias eran mínimas, y al frenar de forma repentina el primero de todos… se produjo. Pillándome a mí en medio de los otros dos vehículos. El peor parado de todos.   
-Pequeñín, ¿estás bien?- Unos brazos volvieron a apresarme enlazándose por la cintura. Me atrajeron hacia su cuerpo que se aplasto con el mio. La voz mostraba preocupación en su tono.
-No, estoy bien Alicia- Mi voz era un susurro. Miraba su reflejo en el cristal. Aquel rostro delicado. Su melena despeinada. Y aquella calle vacía.
-Volvamos a la cama- Aquella frase quedo reforzada por un pequeño beso en el cuello. Entonces otro flas se apoderó de mi.
-Voy a prepararme un vaso de cola cao. ¿Te apetece uno?-. No quería regresar. Me alejé de la ventana y camine hacia la nevera.
-No, gracias. No tardes, ¿vale?- Sus manos deshicieron el nudo y partieron dejando una estela de caricias en su marcha. Escuche sus pasos alearse a la habitación.
Me vestí con lo primero que vi. Me daba igual el qué o el color, simplemente deseaba estar en la calle. Me llamaba. Tome el casco que estaba en el sillón y las llaves. Ansiaba la calle a cualquier precio. Salí a la terraza y me descolgué los dos pisos hasta llegar a la calle. De pequeño me dio por el parkour y cuando me castigaban solía salir de la misma forma. Y daba gracias por ello.
Caminé arrastrando la moto un par de manzanas y después me deslice bajo la lluvia lentamente. Concentrado en el ronco ronroneo de aquella bestia. Escuchaba mi voz una y otra vez repitiendo la misma frase.
-{Se ha terminado el cola cao y he ido a por un bote}-.


 Parte 10

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