poemas de amor Crazzy Writer's notebook: X [part 1]

18/3/12

X [part 1]

Las agujas juguetonas de mi reloj marcaban las cuatro de la mañana. Había recibido una extraña invitación cuatro horas antes que me convocaba a una misteriosa reunión en un punto desconocido de algún mapa. Conduje a través de la niebla, sorteando a los osados que atrevieronse a salir aquella noche de niebla cerrada, a más de ciento ochenta. Era una distancia grande que salvar en pocas horas pero llegue al lugar dentro del límite establecido. Cuatrocientos kilómetros a través de largos ríos negros en poco menos de tres horas. Finalmente los faros de mi maquina encontraron un pequeño camino que conducía a lo que parecía ser un almacén abandonado. Creía haber llegado a mi destino. Las explosiones de los pistones que resonaban a través de los dos escapes quedaron en silencio ante la puerta. Grande, metálica y de siniestro aspecto. Volví a leer la invitación. La letra era perfecta, clara y sencilla.
-“Déjate guiar. Promethea”-.
Cerré la puerta con un estruendo metálico de chapa que resonó por todos los alrededores. La puerta estaba abierta, y dado que tenía invitación me adentre en aquel misterioso lugar. Subí por unas escaleras que me condujeron a una sala grande. La decoración era extraña. Por todos lados decenas de estanterías pero ningún libro en ellas. El sonido de un instrumento llenaba la estancia con su melodía serena, aunque no conseguí encontrar su origen. El incienso llenaba mis pulmones produciéndome una sensación de relajación que jamás había sentido antes. En el suelo cojines y un pequeño diván de terciopelo. Una voz resonó en mi cabeza, melódica y suave.
-Ponte cómodo, estas como en tu casa-.
Decidí hacer lo que tan amablemente me pidieron y deje caer suavemente mi cuerpo sobre el diván. Mire en rededor y por el único vano de la estancia, precedido por unas finas cortinas blancas, observe que la noche seguía avanzando lentamente. Una nueva presencia entró sigilosa. A pesar de la situación no estaba en estado de alarma, sino todo lo contrario. Aquella figura femenina se fue acercando. Y acercando. A escasos centímetros de mi rostro, volvió a hablar. Su voz me acaricio hasta llegar a mis oídos.
-Cierto es lo que he oído de ti- Su cara lucia una misteriosa sonrisa que me resultaba por momentos más y más atractiva, pero nada se exteriorizaba.
-¿y… que has oído de mí, misteriosa Promethea?- mi voz era fría como el hielo, pero siempre amable.
Ella se separó un poco, me rodeo y poso sus manos, increíblemente suaves, sobre mis hombros anchos. Con suavidad me quitó la fina cazadora de piel y la poso en unos cojines. De regreso cogió dos vasos pequeños y me tendió uno de ellos. El tacto cálido de la porcelana abraso mis manos congeladas por el frio de la noche. Se sentó junto a mí. Y hablamos hasta las primeras luces del alba. La conversación pasaba de tema en tema. Yo no podía apartar mi mirada de aquellos ojos verdosos precedidos por unas delicadas gafas. Me tenía cautivado, quién lo diría, pero no me importaba en absoluto. Estaba cómodo, me sentía perfecto acurrucado por aquella música, la luz desprendida por varias velas repartidas por aquella sala, cada vez más parecida al Olimpo griego, y por su presencia cada vez más cerca de mí persona.

Me vi sorprendido cuando apoyo su cabeza en mi pecho y se recostó junto a mí en aquel diván de tacto tan agradable. Sentí mientras seguíamos hablando como su mano tanteaba la mía, me aferro la muñeca y aguardó unos segundos en silencio. Después se volvió y nuestros rostros volvieron a estar peligrosamente cerca. Aquella mano fue trepando por mi brazo lentamente, produciéndome un tenue cosquilleo por todo el brazo. Aquella mano juguetona terminó posándose en el lugar donde tendría cabida esperar los latidos de un corazón que no llegaban a resonar. Entonces acercó más su angelical rostro, avanzaba lentamente pero segura. Parecía esperar algo. (¿Tal vez que yo diera un paso también?). Estaba ingerido por un terror, un profundo “ISI” cada vez más notorio y que no tardaría en salir a la superficie. Me aparte como pude, cayendo del diván y rompiendo aquella atmosfera que nos envolvía. Invadido por una adrenalina diferente a la que me embargaba de forma natural. Presa de un pánico atroz corrí escaleras abajo. Abrí la portezuela de mi fortaleza y volteé la bestia con un atronador rugido levantando toda una densa capa de tierra a mi tras y desapareciendo entre la niebla. Ella contemplaba desde la ventana y escuchaba el rugir de la bestia a través de la niebla. Cuando creyó haber dejado de escuchar aquel sonido alejándose a toda velocidad, volvió la mirada a dentro y sin querer posó la mirada sobre la cazadora de su recién fugado invitado. En voz alta se sorprendió diciendo.
-Es cierto lo que sobre ti escuche. No solo eres un ser sin corazón… sino que temes que este vuelva a latir otra vez. Pero... nos volveremos a ver… Dark Driver-.
Finalmente apago las velas con un pequeño movimiento de mano dejando la estancia sumida en la oscuridad, solo quebrada por la luz del amanecer y el eco todavía audible del motor de la bestia alejándose a toda velocidad.


Parte 2

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